12 mayo 2011




M., Cazos y yo hemos ido hoy al mercadillo. Era el primer día de M. pero Cazos y yo vamos casi todos los jueves. Eso sí, solamente nos acercamos a esos montones de magia a un euro la pieza. Montañas de ropa que posiblemente perteneció a alguna abuela que ya está muerta, a gente rica que se compra cosas y luego las tira casi nuevas, o a vaya usted a saber a quién. Sea como fuere, ha sido un día guay en cuanto a adquisiciones (entre ellas esa camisa horrible que sale en la foto).
La gitana que lleva un puesto en particular ya nos conoce, y un día nos preguntó a Cazos y a mí si éramos de alguna compañía de teatro. No se podía creer que aquellos horrores horrorosos que comprábamos casi al por mayor luego fuésemos capaces de ponérnoslos. Pero sí amigos, así es. Con dos cojones.
Por mi parte, diré que he aguantado todo el día como una campeona pero ahora estoy muerta. Muerta de verdad. Cuatro horas de sueño no son suficientes (vivan los exámenes de patología y los horarios de sueño trastornados). Y veremos cómo duermo porque un milímetro más de dilatación me ha dejado la oreja izquierda como si en ella estuviese Satán pegándose la fiesta padre con un harén de cuarenta y tres vírgenes-demonias. (¿Vírgenes-demonias?) Menos mal que están con nosotros los maravillosos Lormetazepam; que ya se sabe que los somníferos y las grasas trans nos hacen mejores personas (y sino que se lo pregunten a Liza Minelli)

En otro orden de cosas, ese es mi aloe vera. Se llama Michael y es muy gracioso. Me parto con él.
Salud!

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