11 mayo 2011





Acabamos de llegar del concierto de Manel y, la verdad, no me esperaba que fuese a decepcionarme tanto.  Pero es que después de pasarte la tarde machacando indebidamente al cuerpo lo que menos te apetece es escuchar a cuatro tíos cantar baladitas.
El cantante (bastante mono, por cierto *de rojo en la foto) no se escuchaba a sí mismo o no sé qué coño le pasaba pero desafinaba la mayor parte de las veces. Apenas hubo momentos de subidón, la gente se aburría y se ponía a hablar de sus cosas. De vez en cuando lo dabas todo un rato pero luego volvía a ser muerte total. Además, el sonido, fatal.

Pero bueno.
Me compré una dilatación de un milímetro más para ver las estrellas de mil colores cuando me lo ponga. Y vimos a mucha gente que hacía tiempo que no veíamos y algunos nos preguntaron por nuestro nuevo piso. Les hacía gracia el nombre. Es que hemos decidido llamarle Hogwards, porque el hijo del dueño es igual a un elfo doméstico y porque en el salón tenemos la copa de las casas. Menuda pandilla de frikis, joder. Y qué feísimos son siempre los pisos de alquiler.

Esto y un bizcocho.
AQUÍ una canción que no me puedo sacar de la cabeza, de la fantástica serie malviviendo. ¡Qué enamorada estoy del Postilla, por dios!

No hay comentarios:

Publicar un comentario